Por: Cristóbal Ruiz Gaytán Trujillo

Se avecina una gran recesión en el mundo. La crisis está presente hoy como una sombra de lo inevitable, y el miedo puede percibirse entre dueños de negocios, empresarios y trabajadores por igual. Sin embargo, es importante remarcar que esta no será ni la primera ni la última crisis económica que enfrentaremos. A decir verdad, hemos tenido mala racha con esto de la economía. Si bien este sistema económico brilla cuando hay abundancia y paz, suele quebrarse ante las dificultades externas. Por ello es relevante hacer repasos históricos de nuestras equivocaciones, para reflexionar y no caer en las mismas nuevamente.

 

En dicho sentido, pocos errores han sido tan bien retratados como la crisis económica de 2008 en el filme The big short dirigido por Adam McKay, con un estilo que asemeja más el documental que la ficción, un elenco envidiable y un guion brillante. Es una de las películas que recomendaría a todo público, por la importancia de su mensaje. En estos tiempos previos a crisis, importa más que nunca.

 

El origen de todos los males

 

The big short retrata los meses previos a la gran crisis de 2008, que colapsó al mercado hipotecario de los Estados Unidos y arrastró consigo al resto del mundo capitalista. Fue un desafío para el recién ingresado Obama, para el recién electo Calderón y para todos los líderes que, en el mundo, batallaban por hacer sus economías fuertes.

 

Pero el filme no se centra en los problemas gubernamentales, que hubiese sido el camino “fácil”. En vez, prefiere hablar sobre un grupo de individuos que pudo enterarse de la crisis antes que esta aconteciera. Desde contadores hasta analistas independientes gustosos de revisar oportunidades de mercado. En su camino, los tres grupos de personas que saben del problema antes que nadie descubren que dicho enredo se puede transformar en una mega crisis capaz de arrasar al mundo moderno, y peor, que fue provocada por ineptitud, irresponsabilidad y negligencia de los agentes en la bolsa de valores.

El mensaje es muy claro: un grupo de poder que crece sin supervisión de las personas sobre las que rige, es un grupo peligroso, porque terminará creyendo su propia historia de gloria e intangibilidad. Los banqueros se vieron superiores a cualquier otro individuo, y dicho ego terminó por lapidar su caída (aunque al final fueran rescatados por el Gobierno y los ciudadanos tuviesen que pagar dicho rescate).

 

Un mensaje de relevancia

 

El mensaje, tanto en ese entonces como hoy, debería levantar alarmas importantes en toda audiencia. Nuestra responsabilidad como sociedad es investigar, informarnos, interesarnos por los pormenores en asuntos tan relevantes como la bolsa de valores, las decisiones gubernamentales y la deuda acumulada de nuestra nación. Recomiendo que vean The big short para darnos una idea de lo prioritario que puede ser el vigilar a nuestras instituciones. Y recuerden, hay que mantenernos fuertes durante esta crisis. Como las demás, históricamente, venceremos. 

Cristóbal Ruiz Gaytán Trujillo

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