POR FÁTIMA GARAY

Tras la llegada de la tecnología digital, la vida de Manuel dio un cambio total. El amor al arte lo llevó a crear juguetes hechos con madera y mucho amor.

Las artes son lo suyo. Su familia se ha dedicado a la fotografía análoga por generaciones, sin embargo la tecnología llegó y con ello muchos cambios llevaron a Manuel Álvarez a expresar su arte de otras formas. Uno de ellos es la carpintería.

Su imaginación tiene rienda suelta y esto ha hecho que de su cabeza nazcan ideas únicas que son plasmadas a través de sus manos y su experiencia en obras de arte dignas de museo. Durante los últimos diez años se ha dedicado a hacer juguetes de madera.

Con pocos utensilios y de una forma singular ha llevado a cabo creaciones como barcos con banderas izadas que se mueven con el viento y un muñeco en el timón como capitán, aviones que sobrevuelan por el piso, ruedas de la fortuna en miniatura que te llevan a las alturas e incluso, carros sacados de películas infantiles.

“A pesar de que son nuestras raíces mucha gente hace frases despectivas con respecto a los juguetes. Esto te da tristeza porque en realidad no saben lo que cuesta hacer un juguete. El tiempo y cansancio es un reto”.

Todas estas creaciones nacen en la cabeza de Manuel, quien disfruta profundamente tallar, lijar, barnizar y dibujar cada una de las ideas que brotan de su imaginación. Sin embargo existe un problema, muchos de los juguetes se quedan encerrados en su taller por falta de venta.

“A veces se venden, a veces no… mucha gente ya no los adquiere como hace años debido a la tecnología que existe hoy en día. Es triste que los pequeños estén todo el día con un aparato electrónico encerrados en la casa y no salgan a disfrutar de la calle y del aire”.

Los tiempos de creación de cada juguete son variables, ya que pueden ser horas, días o meses, pero podrán cumplir su función por años.

Inculcar a los más pequeños el respeto y valoración por nuestras tradiciones es uno de los aspectos que nos caracteriza como mexicanos y de los cuáles debemos sentirnos orgullosos, además de resultar en una gran oportunidad para compartir anécdotas y recuerdos con los más pequeños de la familia.