POR FÁTIMA GARAY

Con agallas y amor propio es como esta colimense se adentra en el mundo del fisicoculturismo posicionándose como una de las precursoras de este musculoso mundo.

Elsa Elizabeth Hoyos Rosas nació en el caluroso municipio de Tecomán. Desde muy corta edad fue

apasionada de los deportes de contacto practicando actividades como futbol o basquetbol. Por obra del destino y una relación amorosa agobiante, cae en una gran depresión, factor fundamental en su crecimiento personal.

DEL FONDO DEL HOYO A BRILLAR CON LUZ PROPIA
“Yo realmente estaba muy deprimida. De aquella cursaba la prepa y era muy ingenua, pero fue gracias al deporte que salí adelante”.

Cuenta que en una ocasión caminaba por las calles de la localidad cuando pasó por un gimnasio de pesas, de aquel entonces el único deporte que acostumbraban las mujeres era aeróbic. Al querer pagar la mensualidad, el dueño la rechazó y le dijo que no volviera, sin embargo no hizo caso y regresó por varios días insistiendo en que quería inscribirse.

“Era muy flaquita, pesaba 39 kilogramos, sentía que lo que me haría más fuerte eran las pesas, por eso insistí. En la tercera ocasión que lo intenté el dueño también me dijo que no, pero se escuchó de un cuarto del fondo un “dale chance, la muchacha ha estado dando vueltas en vano”, eso me cayó del cielo. Finalmente me dejaron entrar”.

Fue así que en la plena juventud de su vida y con unas ganas enormes de comerse al mundo fue la primera mujer en entrar a un gimnasio de hombres para entrenar con pesas.

LOS PRIMEROS PASOS

El gimnasio, señala, era un paraíso para ella. Había pesas grandes y pequeñas, sin embargo no dudó en agarrar las livianas que pudo para comenzar. Cuenta que el primer día que fue vio cómo un grupo de hombres semidesnudos salían de un cuarto para entrenar. Todos cargaban pesas de varios kilos y gritaban cuando hacían los ejercicios.

“En mi ignorancia traté de imitarlos. Agarré los discos más pequeños y empecé a gritar también creyendo que así me iba a poner fuerte más rápido… qué mentira. Todos se rieron de mí”.

Al día siguiente una de las personas que ahí entrenaban se le acercó y le ofreció ayuda. Elsa, al ser de una familia de bajos recursos le respondió que no podría pagarle, sin embargo eso no fue impedimento para que comenzaran con el entrenamiento.

El primer paso fue buscar una figura que la motivara. En el gimnasio, señala que existían unos cuadros de Kevin Levrone. “Me pareció fascinante ver que el ser humano puede tener esos músculos, parecía una escultura griega, era arte y yo quería convertirme en eso mismo”.

Este lugar le dio el valor que no tenía y salvó su vida en muchos sentidos. “Lo único que necesitaba era sentirme bien conmigo misma y no estaba dispuesta a perder el sentimiento que me daba el gimnasio por nada del mundo”.

Es por ello que su primera competencia fue “Mister Colima” porque aunque en Tecomán no había mujeres que practicaran esta disciplina, en la capital colimense se encontró con un mundo totalmente diferente.

“Quedé en segundo lugar, pero esto fue el principio de todo lo que se vino después. En tres meses aumenté más de 10 kilos y todo comiendo atún, huevo y batidos”.

Con 29 años de edad llegó a la ciudad de Colima, enamorada de aquel mundo, sin nada de dinero y con una mochila con un cambio de ropa deportiva y sus guantes para cargar pesas. Esta situación le dio la oportunidad de aprender y conocer aún más del proceso físico que debe llevar el cuerpo humano para romper sus propios récords. Esto lo alimentó estudiando la carrera de deportes en la CONADE, en la capital del país.

ENSEÑANDO LO APRENDIDO

“Han pasado ya muchos años de aquel entonces, pero yo lo que quiero dejar a Colima y al fisicoculturismo es lo que he aprendido desde el Benjamin Gym hasta lo que aprendí de la carrera en la CONADE”.

Tal fue su amor y decisión por enseñar que entrenó a Huicho y Charlie Rodríguez, hermanos que gracias a la experiencia de Elsa, obtuvieron el premio de ser los primeros colimenses en representar al Estado en una competencia nacional y obtener los primeros lugares en Mister México en la rama varonil en el año 2019.

“Mi pasión era tan grande que yo no descansé hasta que ellos fueran Mister México porque a mí se me negó la oportunidad de ir, pero eso no me detuvo en conseguirlo. Mister México Absoluto es el mayor paso que puedes dar si haces fisicoculturismo”.

Además, entre sus entrenamientos personalizados, ayudó a su esposo, Charlie Rodríguez, en ser el primer colimense en ganar la competición de Mister México Absoluto.

“Yo quiero que la gente a la que preparo sepa por qué yo estoy enamorada de esto y quiero sembrarles mi pasión”.

En cuanto a su preparación deportiva, Elsa decidió no seguir compitiendo, desde hace siete años, por diversos factores, entre los que destaca enfermarse constantemente.

“Antes de entrenar a mujeres entrené a 40 hombres aproximadamente, pero después he decidido enfocarme a mujeres por la misma razón que yo tenía cuando comencé a meterme en este mundo”.

Paola Arellano y Vianey López fueron las primeras mujeres que entrenó Elsa. Su preparación y esfuerzo fue tanto que obtuvieron los primeros lugares en la modalidad de “bikini” en campeonatos nacionales.

A día de hoy Elsa es considerada una de las precursoras del fisicoculturismo en el estado de Colima gracias al esfuerzo constante y dedicación que ha puesto en el. Sin embargo a decidido centrarse en entrenar a Charlie.

“Cuando se entrena a un hombre es mucho más complicado que a las mujeres porque ellos sufren más y tienen mayor competencia, pero el hecho de que nosotros diéramos el paso de competir, hizo que los demás atletas colimenses lo hicieran”.

Asegura que fue ahí cuando los atletas colimenses de este deporte se dieron cuenta de que se les abría una puerta, no duda- ron en salir a competir con el nombre de Colima en la espalda.

“Hoy en día Colima tiene un gran talento. Muchos de los que han salido de aquí a competir en fisicoculturismo han quedado en primeros lugares”.

EL FÍSICO LLEVADO AL EXTREMO

La preparación física comprende dos etapas. Por un lado, el aumento del volumen muscular en la que cada culturista busca el tamaño ideal de acuerdo a su cuerpo. Después se lleva a cabo la fase de definición en la que el competidor realiza la puesta a punto final y se aumenta la exigencia. “Se calcula que la preparación demanda más de dos meses, pero el fisicoculturismo no es un deporte de un momento; es un estilo de vida”.

Según Elsa la alimentación de los fisicoculturistas dista mucho de la de cualquier otra persona. Su dieta diaria consta de entre 5 a 8 comidas y la prioridad absoluta es la incorporación de proteínas.

“No he conocido un deporte que sea tan sacrificado como este, todo debe estar preparado por tu nutriólogo o preparador. Esto significa que te da mal humor, te sientes más cansado, deteriorado, te molestan muchas cosas y vivir así es muy difícil porque solamente la meta la puedes ver tú”.

El fisicoculturismo hace un culto del cuerpo humano y lo expone a límites que a veces superan las posibilidades físicas del competidor. La obsesión por lograr la musculatura más pronunciada lleva a tomar decisiones que pueden llegar a atentar contra la salud.

“Tienes que controlar lo que piensas, que lo que te diga la gente no te afecte, debes saber qué comes y el ejercicio que puedes llegar a hacer”.

En cuanto a las metas, Elsa busca centrar- se en Charlie y seguir dando sus conocimientos a todo aquel que quiera escuchar y aprender. Pero mientras tanto ella seguirá con su familia y dando lo mejor de sí para preservar uno de los esfuerzos físicos que se pueden llegar a conseguir con dedicación y amor.